martes, 13 de septiembre de 2011

Un árbitro, un estilo, varios problemas

El arbitraje es uno de los trabajos más infieles. Los insultos se transforman en moneda corriente en la vida de estas personas. Muchas veces, las críticas son inmerecidas; otras, totalmente justas. Equivocarse es humano, está escrito en el formato de vida de cada individuo. El mundo del arbitraje no es la excepción. 
Saúl Laverni, en su corta carrera, ha cometido grandes errores. Aunque el resto de los jueces no está exento, esta persona tiene una arista muy especial para analizar: la soberbia llevada al extremo.
Su manera de hablar, de expresarse y de llevar el trámite del partido, irrita a jugadores, directores técnicos y al público en las tribunas. Laverni no admite sus errores. Posee un ego muy particular: su soberbia aumenta a medida que se equivoca. A continuación, los fallos más resonantes:
En septiembre de 2010, en la Copa Sudamericana tuvo una noche fatídica: expulsó a tres jugadores de Vélez y a uno de Banfield.
En el primer tiempo fueron notorios los errores y la falta de autoridad. Permitió el juego fuerte y no castigó como debía las infracciones. Por ejemplo, Somoza y Bustamante merecieron la tarjeta roja por infracciones cometidas a Erviti y Bella, respectivamente. 
En el segundo período, Laverni completó su noche negra con las expulsiones de Ortiz (recibió la amarilla por una falta y en la misma jugada, por no acercarse al árbitro, vio la roja) y de Silva, más allá de que la reacción de los jugadores de Vélez fue muy ingenua. 
Para finalizar su pésima actuación, adicionó tan sólo dos minutos: hubo seis cambios y cuatro expulsados.
Este año, en el “Clausura”, tuvo otra jornada paupérrima. Al límite con el escándalo. El gran perjudicado fue Godoy Cruz, que se jugaba la posibilidad de ser puntero, pero empató con Banfield 1 a 1. Aunque,  en realidad, eso es lo de menos: en una noche de desaciertos (córners no cobrados, infracciones ignoradas, acciones violentas pasadas por alto, laterales para un equipo sancionados para el otro), no cobró, en forma increíble, un gol de Diego Villar, el volante del equipo mendocino, a los 21 minutos del segundo tiempo, cuando el juego ya estaba igualado. 
Desde 30 metros, Villar envió el balón por encima de Bologna, la pelota entró 50 centímetros y, sin embargo, el asistente Ariel Bustos no lo vio. Minutos después, Álvaro Navarro cayó desplomado en el área. Era penal para el Tomba. El árbitro y el juez de línea  lo ignoraron.
Luego de este partido, Laverni no dirigió más por el resto del campeonato. Volvió al ruedo en este torneo pero, fiel a su estilo, y a pesar de todos los golpes que recibió, continúa con los mismos mecanismos que lo catalogaron como uno de los peores árbitros del fútbol argentino.

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