Derrota festejada
Mussolini volvió a entrometerse con sus particulares manejos en esta edición mundialista. Volvió a amenazar de muerte a todo el plantel, incluido al DT Pozzo, si no regresaban a Roma con la Copa. Mussolini envió a la concentración de París un telegrama con tres palabras: "Vencer o morir". Los Azurros jugaron tan tensionados el partido final que, tras el pitazo final, los húngaros casi se suman a la vuelta olímpica, a pesar de su propia derrota. El arquero magiar, Szabo, no podía disfrazar su sonrisa:"Nunca me sentí tan feliz después de una derrota. Con los cuatro goles que me hicieron les salvé la vida a once personas".
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