El arco hechizado
Los hinchas de Nacional aseguraban que uno de los arcos del estadio del Parque Central, que daba a las vías del Ferrocarril, estaba embrujado. Afirmaban que cada que vez que pasaba la locomotara, si el maquinista hacía sonar el silbato, a la brevedad se convertía un tanto en la valla maldita. En dicho estadio, el 15 de julio, Argentina debutaba frente a Francia, y su meta la defendía el magnífico Thépot, uno de los mejores arqueros de la historia gala. El arquero estaba infalible, volaba de palo a palo, la sacaba con las piernas, codos y hasta con el pecho. A solamente diez minutos del final, cuando el cero a cero parecía inamovible, el delantero argentino Juan Evaristo fue volteado a 35 metros del arco francés. La posición de la pelota no debía traer demasiado peligro. Luis Monti se hizo cargo de la falta, el jugador de San Lorenzo que era dueño de un fuertísimo remate. Mientras el argento tomaba carrera, pasó por detrás del arco francés un tren y su maquinista, al ver el estadio repleto hizo sonar el silbato. Monti sacó un violento remate que se filtró por la barrera y se metió en el ángulo derecho sin que Thépot pudiera reaccionar. Todos los jugadores argentinos abrazaron al goleador, pero más de uno quiso salir a abrazar al conductor del tren.
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